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Titanic: Ciento once años de fascinación. Y lo que queda…
La fascinación por el Titanic tiene diferentes orígenes.
27/06/2023

Por: Javier Reyero, Cristina Mosquera y Nacho Montero, autores de Los diez del Titanic (LID Editorial)

El accidente del batiscafo Titán es una de las grandes noticias mundiales de finales de junio. La muerte de sus cinco ocupantes por la implosión del minisubmarino debida a una fisura en su estructura ha estremecido y escandalizado casi a partes iguales. Estremecimiento por la muerte en una situación tan sobrecogedora. Escándalo por la extravagancia de los ocupantes del artilugio propiedad de OceanGate: habían pagado cantidades al alcance de muy pocos para vivir una experiencia en el pecio del Titanic a caballo entre la aventura y la absurda osadía.

El turismo de pecios no es nuevo. Muchos submarinistas se deleitan visitando las reliquias de barcos hundidos, por ejemplo, en el Mediterráneo. Pero no es lo mismo descender menos de treinta metros con botellas y experiencia en inmersiones para ver, por ejemplo, los restos fenicios del Mazarrón, que adentrarse en las profundidades del Atlántico Norte para ver los restos del Titanic. Lo primero es un reto asumible. Lo segundo, una insensatez. Y por medio está el naufragio más conocido de la historia de la navegación, el accidente del 14 de abril de 1912 del que pocos no han oído hablar.

Hace más de un siglo, ciento once años, desde que el buque gobernado por el capitán Smith encontró la desdicha camino de Nueva York en forma de iceberg. Pero la fascinación sigue intacta. Solo de esa forma, por tratarse del Titanic, nos podemos figurar que se fleten batiscafos que van a sumergirse hasta ¡3.800 metros de profundidad! Todo aquel que bucea sabe que cada 10 metros de descenso suponen un cambio de una atmósfera en las condiciones de presión soportadas por el cuerpo.

La fascinación, a veces enfermiza, del Titanic tiene varios orígenes desde nuestro punto de vista.

Primero. Se trataba de la mayor obra de ingeniería móvil construida por el hombre hasta ese momento. Era una suerte de desafío al Creador Supremo en un momento de constantes avances de la invención humana.

Segundo. Era un barco tremendamente lujoso, diseñado para impresionar y para dominar la ruta Europa-Estados Unidos durante mucho tiempo. Un palacio flotante que, en su primer y único viaje, contaba con pasajeros de primera clase de los que hoy dominarían las revistas de papel couché o las cuentas más seguidas de Instagram o Tik Tok.

Tercero. La localización del pecio a mediados de los años ochenta por parte de una expedición franco-soviética. Era tan enorme la zona que se tenía que revisar que parecía una misión imposible dar con los restos del Titanic. Máxime, cuando se comprobó que el barco no estaba precisamente de una pieza y que la dispersión de materiales y objetos era notable.

Cuarto. Todo el aporte audiovisual generado desde que el Titanic se hunde. Un ejemplo de esta fascinación de la que hablamos es que la primera película sobre la tragedia se estrenó cuando no había transcurrido ni un año del accidente. Luego llegaron docenas de versiones (muchas basadas en el testimonio de los supervivientes) y por fin, en 1997, la TITANIC de James Cameron, el no va más del versionado cinematográfico de la tragedia que se llevó por delante aquel “barco insumergible” y la vida de más de 1.500 de sus ocupantes.

Quinto. Las subastas de objetos extraídos del pecio. Se pagan cantidades desorbitantes por algo que perteneció al Titanic. Puede ser una pieza de loza, un salvavidas o un pedazo de algo de aquel barco. Cuanto más se habla de las pujas en las principales casas de subastas de Londres o Nueva York, más aumenta el interés por el siguiente lote.

Y este accidente del Titán no acabará con la fascinación titánica. Es más. Es posible que aumente, como está aumentando la curiosidad estos días. No hay más que poner la televisión o la radio, navegar por Internet o por las redes sociales… o leer este modesto artículo de tres personas que dedicaron mucho de su tiempo durante varios años para dar forma a Los diez del Titanic (LID Editorial. 2012) y que todavía hoy somos reclamados para hablar y opinar de los asuntos titánicos. Eso sí: nosotros somos apasionados del Titanic, pero no se nos pasa por la cabeza bajar al pecio para ver in situ algo que las cámaras de altísima resolución llevan grabando de forma espectacular varios años. Mejor, desde casa.

SOBRE EL LIBRO

Los diez del Titanic

Los diez del Titanic recoge la historia completa de los diez españoles que vivieron aquel viaje único. Se trata de la recreación precisa de aquellos acontecimientos centenarios basada en los testimonios de los supervivientes, las investigaciones oficiales de la época, en trabajos científicos y periodísticos y también en lo que algunos descendientes de aquellos españoles han tenido a bien recordar y contar.




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