El compromiso de las personas con nuestro proyecto depende en gran medida de las decisiones que tomemos en la empresa.

La motivación de las personas es la tecla que debemos conocer y “tocar” para conseguirlo. Esta puede ser intrínseca o extrínseca. La primera, es la mochila que todos soportamos en nuestras espaldas fruto de los acontecimientos vividos y las decisiones que hemos ido tomando. La segunda, se forja en función de nuestra interacción con el entorno y las personas con las que interactuamos.

Conocer los secretos de la motivación extrínseca nos ayudará a establecer estrategias que conecten a nuestras personas con nuestros objetivos.

Y ¿qué es lo que hace moverse a la motivación extrínseca y por qué debemos moldear nuestra empresa en función de ese movimiento?
- Dominar una habilidad
- Compartir los éxitos
Estos son los factores que van a determinar la motivación extrínseca.

Si conseguimos activarlos, el primero formará personas seguras, con autoestima y felices de ejercer sus responsabilidades y, el segundo, conectará la parte más social de nuestras personas con el cliente y con nuestra empresa grabándoles en su corazón un enorme orgullo de pertenencia.

Trazar un camino para que las personas dominen la habilidad para la que los hemos contratado y hacerles sentir como lo que son, parte esencial de nuestro proyecto, está en nuestras manos, conectará con sus emociones y les comprometerá.

Por último, un pequeño gran detalle. Las personas necesitamos que confíen en nosotros para darlo todo y para ser felices. La forma de conseguirlo es dándoles la responsabilidad de las funciones que están haciendo. De este modo, se alcanza el autodesarrollo. Una vez dominada la habilidad debe trasladarse la responsabilidad. Esto genera personas responsables y entornos de corresponsabilidad.

No será baladí, por lo tanto, generar un ambiente de trabajo y una estrategia de integración, formación y desarrollo en función de las motivaciones extrínsecas.

Estas son algunas de las acciones que nos permitirán conseguir equipos comprometidos con el proyecto:

1. Lidera desde la confianza: las personas vienen preparadas para dar la mejor versión de sí mismas.

2. Extiende la alfombra roja: trata a cada persona como lo harías con tu mejor invitado.

3. Define un plan de integración: preocúpate de que todas las personas que interactúen con “tu mejor invitado” sean ejemplares, humanas y se dediquen en cuerpo y alma a que esta sea su segunda casa.

4. Prepara un plan de formación: dedica el tiempo necesario para que la persona domine el puesto de trabajo y esté segura de sí misma realizando ese trabajo. Este plan debe dotarle de polivalencia en todos los puestos posibles y basarse en funciones y responsabilidades, no en tareas.

5. Traspásale la responsabilidad del puesto: finalizado el plan de formación asegúrate de que le das la responsabilidad del puesto y le dejas trabajar con autonomía.

6. Comparte los éxitos: haz un plan de comunicación para que cada persona se sienta parte fundamental del proyecto. Organiza reuniones diarias para compartir los resultados y felicitar a las personas por el trabajo realizado.

7. Traza un plan de desarrollo para aquellas personas que quieran asumir más responsabilidades: identifica a estas personas y no dudes en contar con ellas para asumir nuevos retos. Todas ellas deben ser, además, ejemplares y humanas.

8. Crea una escuela de líderes: asegúrate de que todos tus líderes son un buen ejemplo para los demás. Un líder debe hacer las cosas pensando en que el resto del equipo le están observando y le van a imitar. Enséñales, además, a trabajar desde la confianza, el respeto y la responsabilidad. La labor del líder “termina” cuando traspasa la responsabilidad al aprendiz. La autonomía y la responsabilidad forman personas seguras, con autoestima, que nutren a la organización de personas ejemplares.

9. Comprométete: sé tú quien da el primer paso, quien se compromete el primero con las demás personas de tu organización. El compromiso genera personas comprometidas.