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Los presidentes del gobiernos español
Análisis de su personalidad y de las circunstancias de su gobierno
21/12/2023

Las actuales dinámicas políticas -intensas, emocionales y divisivas- focalizan la atención en la presidencia del gobierno, el rol más influyente en nuestra democracia. Su estudio objetivo es más necesario que nunca. Cuestiones como ¿es la personalidad de los presidentes importante para explicar sus políticas?, o ¿son las circunstancias, lo que mejor explica su éxito o fracaso, las que mejor predicen cómo pasarán a la historia?, ¿cómo planifican los presidentes sus carreras políticas?

Más allá de los resultados electorales inmediatos, a los presidentes les preocupa cómo serán juzgados por la historia. En la conversación de despedida (y despido) a Màxim Huerta, el primero de los ministros sustituidos por Pedro Sánchez, éste explicitó su preocupación por cómo sería percibido por la posteridad, asumiendo que todos sus antecesores en el cargo habían acabado mal, lo que es cierto pero no específico a España (muchas historias de poder tienen un mal final).
 
El lugar en la historia no es una preocupación baladí para los presidentes. Estos ya están en la historia, la duda es cómo ésta los juzgará. Cuando se quiere herir la autoestima de un dirigente político se ataca su reputación histórica. Por ejemplo, en el plano autonómico, cuando el grupo CUP, de extrema izquierda, fuerza a dimitir a Artur Mas para sustituirlo por Carles Puigdemont, dijeron en frase célebre y humillante, que lo habían tirado a “la papelera de la historia”. La respuesta al lugar en la historia presidencial está en el juicio sobre su liderazgo, es decir, si lo que hicieron lo pudiera haber realizado otro político en circunstancias parejas, o si únicamente ellos, por su personalidad o por saber aprovechar las oportunidades presentadas del contexto, lo han podido realizar.
 
No existe un perfil psicológico ideal o único de un presidente de gobierno exitoso para España, pero existen rasgos psicológicos que hacen difícil su desempeño (es decir, hace falta tener muy buena suerte para compensarlos). La falta de estabilidad emocional o neuroticismo es universalmente un deficiente indicador de liderazgo. No es sorprendente por tanto que todos los presidentes españoles son entre emocionalmente fríos o muy fríos (la excepción sería Suárez) y todos son narcisistas (¿cómo no serlo cuando se llega a la presidencia?), aunque unos más que otros y algunos lo disimulan mejor. Sin autoconfianza y una piel dura no se puede estar en política y cierto narcisismo es positivo.
 
El azar (es decir, circunstancias fuera del control de los presidentes, o buena o mala suerte) ha sido más influyente en nuestra historia presidencial que la psicología: A Suárez lo nombran presidente por procesos, todavía en dictadura, que el aprovechó pero que no controlaba y cuando dejó de tener el apoyo de la jefatura del estado cae irremediablemente y no es capaz de consolidad ni UCD ni el CDS; Aznar pasará a la historia en buena medida juzgado por su reacción al 11 M, un “cisne negro”, el mismo que explica la elección imprevista de Zapatero, quien había sido elegido secretario general del PSOE por un escaso puñado de votos sobre Bono; Sánchez alcanza la dirección del PSOE tras un vaudeville de caída y resurrección; Rajoy pierde la presidencia por el cambio de alianzas del PNV, un partido muy minoritario en el congreso de diputados --una pelota que podía haber caido a un lado o a otro de la red, como en la película “Match Point” de Woody Allen.
 
El criterio más clarificador para evaluar a nuestros presidentes es la dicotomía entre “Emprendedores”, capaces de crear o consolidar estructuras partidistas versus “profesionales (o burócratas) de la política”, aquellos que siguen una trayectoria ya dentro de una organización sostenible. Suárez fue emprendedor de sí mismo, pero fracasa como “empresario” de UCD y CDS, Felipe González y su grupo de jóvenes sevillanos con el apoyo de los sindicalistas vascos se hace con unas siglas tradicionales, o marca histórica, el PSOE, pero el partido que lidera no tiene orgánica o ideológicamente que ver con el de posguerra –es un emprendedor exitoso; Aznar refunda un PP perdido en baronías autonómicas. Aznar es la transición entre presidentes emprendedores y presidentes burócratas. Los que le siguen ya han imaginado su carrera en puestos parlamentarios, como Zapatero, en roles ejecutivos varios como Rajoy, o un “mix” de posiciones nacionales e internacionales como Sánchez. La tarea de referencia de la nueva clase política es la ostentación del poder para la pervivencia del aparato del partido al que pertenecen y que los ha elegido. Los más ambiciosos entre ellos saben que el verdadero poder está en Europa. La presidencia de gobierno ya no es la culminación de una carrera política, es una plataforma para un rol internacional.

SOBRE EL LIBRO

Con objetividad académica y estilo cercano, José Luis Álvarez explica en Los presidentes españoles el auge y la trayectoria de los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo-Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez y otras cuestiones que hoy se revelan vitales por el impacto que han tenido en la ciudadanía.

José Luis Álvarez


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