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La vuelta al mundo en 37 días: la tripulación del Apolo 11 en una apoteósica gira internacional
España fue el primer destino en Europa para los tres astronautas, a donde llegaron el 4 de octubre
02/10/2019

El Apolo 11 había retornado a casa el 24 de julio de 1969, pero la aventura de Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins no había finalizado. El 29 de septiembre de ese mismo año, hace ahora medio siglo, los tres astronautas emprendían otra apoteósica travesía, esta vez alrededor de la Tierra y pisando suelo firme: una agotadora gira internacional que fue, ante todo, un tour político de alta diplomacia. En tan solo 37 días visitaron 29 ciudades de 24 países, incluido España, acompañados por una comitiva de más de 50 personas y desplazándose en el avión presidencial estadounidense.

Dieron la vuelta al mundo inmersos en una enorme expectación. Fueron acogidos como héroes por las más notables autoridades de cada nación, quienes les rindieron los máximos honores y les otorgaron incontables galardones y obsequios. Las populosas ceremonias de bienvenida eran retransmitidas en directo por radio y televisión, y en algunas de las localidades se había declarado Fiesta Nacional al día de la llegada de los primeros seres humanos que habían conseguido pisar la Luna.

En el libro de divulgación histórica Viaje a la Luna los periodistas Nacho Montero, Cristina Mosquera y Javier Reyero detallan esta tournée de «Buena Voluntad», un intenso programa de recepciones, conferencias, entrevistas y toda clase de actos protocolarios que obligaría a los astronautas a recorrer el planeta siguiendo un itinerario que fue meticulosamente coreografiado por el Departamento de Estado de EE.UU., el Consejo Nacional de Seguridad y la Casa Blanca, en colaboración con la NASA y con las diferentes embajadas.

Después de visitar varios países de Latinoamérica su primer destino en Europa fueron las Islas Canarias, a donde llegaron el sábado 4 de octubre y que se convirtieron en un remanso de calma dentro del extenuante viaje. Los astronautas fueron alojados en un hotel de la inmensa playa de dunas de Maspalomas de Las Palmas de Gran Canaria donde, precisamente, se encuentra ubicada una estación de la NASA que había colaborado en el seguimiento del vuelo del Apolo 11. Los tripulantes y sus esposas descubrieron las maravillosas costas del archipiélago a bordo de un yate protegiéndose del sol con los típicos sombreros de yute y Aldrin, aficionado a la pesca submarina, tuvo ocasión de explorar los fondos acuáticos de la isla. Comieron paella, papás arrugás, bebieron vino español y se deleitaron con las Isas, los tradicionales bailes canarios. La mujer de Armstrong, Janet Shearon, se llevó a Estados Unidos la receta de la tortilla de patata.

Tras ese merecido descanso de fin de semana, a las ocho y media de la tarde del lunes 6 de octubre aterrizaban en Madrid donde fueron recibidos por numerosas autoridades, entre ellas, el alcalde de la ciudad Carlos Arias Navarro. En el Salón de Personalidades del aeropuerto de Barajas Neil Armstrong pronunció un breve discurso oficial en el que agradeció, en nombre del presidente de Estados Unidos Richard Nixon, la vital participación de España en la odisea del Apolo 11 a través de las Estaciones Espaciales situadas en los municipios madrileños de Fresnedillas de la Oliva y Robledo de Chavela, una cooperación internacional que definió como «el verdadero espíritu del programa Apolo». Los eventos de esa jornada concluyeron con una cena de gala ofrecida por el Ministro de Información Manuel Fraga Iribarne en representación del Ministerio de Asuntos Exteriores y durante la cual el Ayuntamiento de Madrid les hizo entrega de sendas estatuillas del Oso y el Madroño. El menú incluía platos como «Langostinos Mar de Tranquilidad» o «Helado Apolo 11».

Al día siguiente, 7 de octubre, los astronautas mantuvieron un encuentro con el entonces Jefe de Estado, el dictador Francisco Franco, en el Palacio del Pardo donde les condecoró con la Cruz del Mérito Aeronáutico. Después fueron recibidos junto con sus esposas en el Palacio de la Zarzuela por los príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía, que dos años más tarde asistirían al lanzamiento del Apolo 14 en Cabo Cañaveral. Con un clima otoñal espléndido, los tres astronautas y su séquito atravesaron en coche descubierto las calles y avenidas más céntricas de la capital de España aclamados por el público hasta llegar al emblemático Monumento a Cristóbal Colón sobre el que depositaron una corona de laurel, un acto simbólico con el que rendían homenaje al descubridor de América y que también pretendía destacar el alma de exploradores del pueblo español. Ya de regreso a su hotel y por iniciativa de un semanario madrileño las figuras del toreo Antonio Bienvenida, Paco Camino y Santiago Martín, «El Viti»,es entregaron tres trajes de luces de su propiedad de gran valor sentimental. La visita terminó con una multitudinaria conferencia de prensa en el auditorio del Ministerio de Información y Turismo donde los tripulantes del Apolo 11 destacaron que su viaje a la Luna fue, ante todo, una misión de paz en nombre de toda la humanidad. El colofón de su estancia en España fue una recepción ofrecida en su residencia de Madrid por el embajador de Estados Unidos en nuestro país Robert Hill. Al día siguiente partirían hacia la siguiente escala de su gira mundial: París.


Viaje a la Luna es una obra editada por LID Editorial para conmemorar el 50 aniversario de esta gesta sin precedentes que recopila cientos de curiosidades y sucesos insólitos de todas las misiones que hicieron posible uno de los mayores sueños del ser humano. Apoyándose en numerosas fuentes documentales, centenares de fotografías extraídas de los archivos de la NASA e impresionantes infografías, los autores se adentran en algunos de los episodios más sorprendentes del periplo espacial. Se describen hechos poco conocidos como anécdotas del entrenamiento de los astronautas en junglas y desiertos, los inusuales objetos que las tripulaciones decidieron llevar consigo a la Luna, la participación de un grupo de costureras de ropa interior femenina en la confección de los trajes espaciales, los vehículos que quedaron abandonados en nuestro satélite, la influencia de esta experiencia transcendental en los sentimientos religiosos de los astronautas, o la semblanza del hombre que encontró sobre la superficie lunar inspiración para crear cotizadas obras de arte.

Se trata de un libro único sobre una hazaña tan intensa que cinco décadas después sigue escondiendo increíbles secretos.




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