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Arte estelar: los pintores de la NASA
Los pintores de la NASA
23/07/2019

Por: Nacho Montero, Cristina Mosquera y Javier Reyero

El 16 de marzo de 1962, tan solo cuatro años después de la creación de la NASA, nacía el Programa de Arte de la Agencia, una división de Bellas Artes pensada para documentar los logros de la carrera espacial que fue diseñada a imagen y semejanza de la que había establecido en 1950 la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF, por sus siglas en inglés) para ilustrar la trayectoria de la aviación militar del país. La NASA deseaba que artistas reconocidos produjeran obras iconográficas que proporcionasen una dimensión inédita a la comprensión de la odisea espacial por parte de los ciudadanos, que aportasen un enfoque humanizado de los esfuerzos pioneros de nuestra especie en el Universo y que transmitieran la vertiente más conmovedora de la epopeya de los vuelos espaciales tripulados.

De este modo, la NASA comisionó a un nutrido grupo de prominentes pintores estadounidenses a los que confirió un acceso prácticamente ilimitado a los principales escenarios de las misiones Mercury, Gemini y Apolo convirtiéndoles en unos espectadores privilegiados de la historia aeroespacial estadounidense y otorgándoles el honor de consignarla a través de sus creaciones pictóricas.

Los ilustradores gozaron de una amplia libertad para seleccionar cualquier temática que atrapara su atención y para describirla con el estilo que consideraran más adecuado; de hecho, conformaban un conjunto bastante heterogéneo que incluía desde pintores figurativos hasta vanguardistas que plasmaron su magnífica obra utilizando diversas técnicas que van desde el óleo a la acuarela o la serigrafía, y tanto de manera representativa como simbólica.

Así se sentaron las bases para el desarrollo de un proyecto perdurable de artes plásticas que sigue vivo en la actualidad y que ha tenido como resultado una colección que consta de casi 3.000 piezas, de las cuales alrededor de 2.100 están alojadas en el Smithsonian National Air and Space Museum y unas 800 se encuentran en posesión de la NASA y que componen el mejor y más extenso catálogo mundial de arte temático aeroespacial.

Las creaciones del Programa de Arte de la NASA proporcionan un archivo visual histórico de valor incalculable del heroico esfuerzo de la humanidad para prosperar en el conocimiento del cosmos narrado de una forma única y excepcional a través de la poderosa imaginación de artistas de renombre internacional. Es un recordatorio de los años pioneros de la temprana Era Espacial y una inspiración para los que continuarán nuestro largo viaje hacia el Universo.

Un artista en otro mundo

Hubo un hombre que tuvo la oportunidad de contemplar con sus propios ojos los desérticos paisajes lunares y representarlos en inspiradoras obras de arte. Fue el astronauta Alan Bean, la cuarta persona en caminar sobre la superficie de nuestro satélite. En noviembre de 1969, a bordo del Apolo 12, la sexta expedición tripulada del programa Apolo y la segunda que alunizó, Bean participó en una quimera que a todos se les antojaba poco menos que imposible pero que estaba pletórica de entusiasmo, esperanzas e ilusiones. Alan Bean creó apasionadamente cientos de piezas artísticas que simbolizan el espíritu de las misiones Apolo y que transmiten lo que sintieron los astronautas de la NASA al viajar a la luna, pasear por ella y regresar a salvo a casa.

Su cotizado catálogo pictórico compone un archivo de un valor simbólico incalculable del prodigioso viaje del ser humano a la Luna narrado a través de las precisas y mágicas pinceladas de un artífice incomparable: el único pintor que había estado allí. Su obra recrea los albores de la exploración del cosmos ofreciendo una impagable herencia a las generaciones futuras: un registro iconográfico de un testigo presencial de los inicios de una búsqueda que nunca termina, nuestra búsqueda del camino hacia las estrellas. Como todos los grandes aventureros, traspasó las fronteras en casi todas las facetas de su vida, incluido su arte, que refleja el celo por el detalle del ingeniero aeronáutico, el respeto por lo ignoto del astronauta y la fantasía de un sensible artista.

Dibujando en pleno vuelo

El cosmonauta Alexei Leonov también se sintió atraído por el entorno del arte. Leonov ha creado magníficas obras pictóricas, muchas de ellas basadas en los bosquejos que compuso durante sus vuelos estelares donde encontró unas escenas fantásticas y etéreas que presenció con sus propios ojos desde una perspectiva excepcional. Cuando el 18 marzo de 1965 partió con el comandante Pavel Belyayev en la Voskhod 2 para convertirse en el primer ser humano en realizar una caminara espacial llevaba consigo sus cuadernos y sus útiles de dibujo. Encajado en su asiento de la reducida nave circular que se desplazaba a gran velocidad alrededor de la Tierra y confinado en la incómoda y voluminosa indumentaria espacial esbozó una vista a color de un amanecer orbital que es el primer cuadro originado directamente en el cosmos.

Sobre el libro


50 años después de la llegada del ser humano a la Luna, su magia vuelve a cautivarnos. Nuestro satélite y las misiones que permitieron llevar a cabo esta gesta siguen escondiendo maravillosos secretos.

Apoyándose en numerosas fuentes documentales, fotografías de la NASA e impresionantes infografías, los autores se adentran en algunos de los episodios más curiosos de la carrera espacial.




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